Según datos del Banco Mundial, unos 15 millones de personas viven y trabajan en las basuras. Entre ellos, los más vulnerables son las mujeres y los niños (…) Pero los recicladores y recolectores empiezan a ser también reconocidos por sus aportaciones a las comunidades en las que llevan a cabo sus trabajos: ahorran gastos a las municipalidades, y contribuyen a la limpieza en ciudades donde el presupuesto para esta partida es casi inexistente. Recolectan la basura, la separan y la reciclan.
Además, en diversos lugares ya han comenzado a organizarse y a convencer de que su trabajo entre las basuras, es una ocupación tan digna como cualquier otra, y que les permite ganarse el sustento.
Por ello, la nueva campaña “Un mundo nuevo, proyecto común” ha decidido enfocarse en las miles de personas que viven de lo que los demás han desechado: los recolectores y recicladores de basuras de Cobán (Guatemala), Phnom Penh (Camboya) y Akouedo (Costa de Marfil).
Tres lugares diferentes del mundo en los que la organización Manos Unidas, trata de aportar cambios logrando proyectos de desarrollo que luchan contra la pobreza, la desigualdad y las injusticias, devolviendo y facilitando la recuperación de la dignidad a las personas más vulnerables de nuestro mundo.
En Cobán, capital del departamento de Alta Verapaz, en Guatemala, se dan las mayores tasas de pobreza del país y niños y jóvenes de la barriada Colonia Esfuerzo I, son firmes candidatos a integrarse en las filas del crimen organizado, las pandillas juveniles y la delincuencia común.
La Asociación Comunidad Esperanza, que dirige desde su fundación el padre Sergio Godoy, solicito el apoyo de Manos Unidas para ampliar el Centro de Formación Integral “Ciudad de la Esperanza “, que ofrece a estos niños y jóvenes, mayoritariamente indígenas, la posibilidad de acceder a la educación infantil, primaria, básica y el bachillerato, además de talleres de formación profesional y de arte. Del proyecto se podrán beneficiar directamente unos 325 alumnos, y de forma indirecta las 1950 personas de su entorno familiar.
En Akouedo, un barrio de las afueras de Abidjan, capital de Costa de Marfil, es donde se encuentra el mayor centro de recogida de basuras del oeste de África. En este inhóspito lugar, trabajan multitud de niños de entre 5 y 15 años en la más plena miseria y expuestos al SIDA, abusos y prostitución.
Fueron los propios miembros de la comunidad de la zona quienes se asociaron para trabajar en favor de estos pequeños: consiguieron un terreno y construyeron un centro al que asisten 89 niños que reciben educación, alimentos y atención médica. Y a los más mayores se les forma como mecánicos para trabajar en algún taller o con microcréditos para ser emprendedores, de hecho 10 jóvenes (uno de ellos es una mujer mecánico) ya trabajan en talleres. Pero además se realizan sesiones de animación y sensibilización para adultos y labores de presión al Gobierno e instituciones internacionales, para poner fin a estas situaciones.
En este lugar, la organización Manos Unidas ha colaborado en la ampliación del centro con 2 aulas, en la adquisición de equipamiento y apoyo de sus actividades durante un año.
Otro ejemplo: el crecimiento vertiginoso que está experimentando Phnom Penh, la capital de Camboya, está acentuando las diferencias entre ricos y pobres y miles de familias, han sido desalojados y expulsados hacia zonas periurbanas, realojando a los recolectores de basuras en barrios marginales, sin electricidad y sin agua corriente y forzándoles a recorrer 10 kilómetros a diario para trabajar en jornadas de 12 horas, recogiendo basura por poco más de un dólar al día.
La asociación CSARO, ONG local socia de Manos Unidas en el país, lleva trabajando desde 1998 con este colectivo y ha solicitado de nuevo nuestra financiación para luchar contra emisiones de gases de efecto invernadero mediante el procesamiento de residuos urbanos y la capacitación de las comunidades de recolectores en la gestión sostenible de la basura, con actividades como elaboración y venta de abono orgánico.