Al menos 85 periodistas huyeron de sus hogares el año pasado debido a ataques, amenazas y posible encarcelamiento, con tasas de exilio especialmente elevadas en Irán, Somalia y Etiopía, dijo el Committee to Protect Journalists (Comité por la Protección de los Periodistas, CPJ) en su investigación anual, dada a conocer el pasado 20 de junio.
Desde 2001, más de 500 periodistas han huido de sus hogares y 454 siguen exiliados hoy en día. Pero la vida en el exilio es precaria y es sólo el principio de un nuevo conjunto de luchas.
En Etiopía las fuerzas de seguridad del Gobierno, determinadas a silenciar la crítica antes de las elecciones de mayo de 2010, intimidaron a periodistas del periódico independiente "Addis Neger" y amenazaron con presentar cargos penales. El periódico cerró y sus periodistas abandonaron el país. "No fue un incidente aislado lo que me empujó a abandonar Etiopía: fueron numerosos incidentes a lo largo de varios meses", dice su redactor Mesfin Negash. "Esperábamos que el acoso y la intimidación terminarían, pero eso nunca ocurrió porque el Gobierno pensaba que si permanecíamos en Etiopía podríamos influir en el resultado de las elecciones".
La tasa de exilio para periodistas africanos se triplicó en los últimos 12 meses.
Al menos 42 periodistas africanos, la mayor parte de ellos de Somalia y Etiopía, abandonaron sus hogares. Casi todos buscaron refugio en Kenia y Uganda. Los periodistas terminan en un limbo jurídico, incapaces de trabajar y son víctimas de la violencia de origen étnico y acoso de la policía. Están bajo tensión constante y preocupados por los miembros de su familia que se quedaron atrás.
En Irán, al menos 29 redactores, reporteros y fotógrafos se exiliaron en los últimos 12 meses, el mayor conteo anual de un solo país en un decenio. Los periodistas salen al exilio tras ser acosados e interrogados por las autoridades por haber cubierto los disturbios que siguieron a las disputadas elecciones presidenciales de 2009. "Mis fotos fueron vistas como una crítica política a los clérigos en Irán", dijo el fotógrafo Mohammad Kheirkhan, que actualmente vive en EE. UU. "El castigo por criticar a los clérigos es prisión, tortura, e incluso ejecución".
La mitad de los periodistas iraníes huyó a Turquía. Varios de esos periodistas dijeron al CPJ que unas personas de las que creen que trabajan para el régimen iraní se habían comunicado con ellos y les advirtieron que sus colegas y parientes que seguían en el país serían castigados si hablaban en público de la política iraní.
Menos de un tercio de los periodistas exiliados pueden seguir trabajando en su profesión.
En todo el mundo, los periodistas exiliados se enfrentan a luchas burocráticas, de idioma y culturales para establecer su nuevo estado legal y reconstruir sus vidas. Muchos periodistas consumados son obligados a aceptar trabajos de otra índole y con bajos salarios.