Los residentes de la ciudad de Osh, al sur de Kirguistán, están sufriendo ataques brutales, palizas y violaciones, a pesar de las afirmaciones oficiales de que la situación se ha estabilizado, señaló hoy Human Rights Watch.
La información proviene de los investigadores de Human Rights Watch, quienes visitaron varios barrios de Osh los pasados 16 y 17 de junio, donde entrevistaron a testigos y documentaron numerosas violaciones de los derechos humanos.
Desde el 10 de junio, cuando estalló la violencia masiva en Osh, los residentes de origen kirguiso y uzbeco se han segregado en barrios mayoritariamente homogéneos separados por barricadas improvisadas y retenes del ejército.
En los barrios uzbecos en particular, los residentes dijeron a Human Rights Watch que estaban preocupados por su seguridad, y tenían miedo de que los atacaran si salían de sus barrios.
Urgente la intervención internacional, dicen las organizaciones
Human Rights Watch y el International Crisis Group instaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a que colabore con las organizaciones regionales para garantizar el envío sin dilación de una misión internacional de estabilización para posibilitar la entrega segura de la tan necesitada ayuda humanitaria, ayudar a garantizar la seguridad y generar la posibilidad de que los programas de reconciliación logren su objetivo.
"Osh parece un polvorín que va a estallar en cualquier momento", señaló Ole Solvang, investigador de Human Rights Watch que se encuentra en Osh.
"Sin protección frente a los ataques, la población no podrá recibir la asistencia humanitaria y médica que tan desesperadamente necesita", agregó.
Human Rights Watch instó también al Gobierno a que empiece a cooperar inmediatamente con la oficina de derechos humanos de la ONU como parte de su responsabilidad de investigar y enjuiciar a los responsables de los crímenes y los abusos cometidos en el sur de Kirguistán durante la pasada semana.
Los investigadores constataron que la tensa situación de seguridad, las barricadas y los retenes han limitado gravemente la distribución de ayuda, suministros médicos y el acceso tratamiento médico.
Muchas personas de origen uzbeco señalaron a Human Rights Watch que no habían recibido ninguna ayuda humanitaria del Gobierno o de las organizaciones humanitarias desde el comienzo del conflicto. También hay una escasez de agua potable.
Necesidades urgentes y crecientes, con pocas garantías para la ayuda humanitaria
Los violentos disturbios que han sumido en el caos al sur de Kirguizistán desde el 10 de junio pasado han desencadenado una crisis humanitaria aguda con cientos de personas heridas y un gran número de desplazados.
Según informaciones oficiales, en tan sólo unos días el número de muertos ascendía a más de 200 personas, y el de heridos a cerca de 2,000.
Los equipos de MSF están llegando a la zona desde ambas partes de la frontera que separa Kirguizistán de Uzbekistán para aportar asistencia de emergencia a aquellos que la necesitan.
“Además de las muchas víctimas hospitalizadas que puedan necesitar atención médica, una de nuestras mayores preocupaciones son los cientos de personas que han resultado heridas y que carecen de acceso a la atención sanitaria. Algunas de ellas tienen miedo de ir a las estructuras de salud o de moverse de donde están, otras han huido a zonas cercanas a la frontera y se encuentran lejos de estas estructuras. También nos preocupa la falta de acceso a agua potable –durante varios días se cerró el suministro de agua en Jalalabad– y la falta de alimentos y artículos de primera necesidad, puesto que cientos de casas fueron saqueadas destruidas o quemadas durante estos violentos incidentes”, explica Alexandre Baillat, Jefe de Misión de MSF en Kirguizistán.
Crisis de desplazados en menos de 2 semanas
De los centenares de miles de personas que se han visto obligadas a huir, varios miles buscan refugio al otro lado de la frontera, en Uzbekistán. Unas 75,000 personas se han registrado oficialmente como refugiados en Andijan, una provincia situada en la parte uzbeka de la frontera entre Uzbekistán y Kirguizistán.
Las autoridades uzbekas han empezado a abrir campos y los hospitales locales están tratando a los heridos que han cruzado la frontera desde Kirguizistán.
“Se trata de una gran crisis humanitaria. Cientos de miles de personas, la mayoría niños y niñas, necesitan ayuda y protección”, explicó Will Lych, Director de Proyectos en Asia Central, Save the Children.
“Los niños y niñas han sido testigos de una violencia terrible, han sufrido inseguridad y pérdidas familiares, de amigos y hogares. Ahora se encuentran hacinados en refugios sin ninguna actividad que hacer o huyendo, sin apenas alimentos, agua, refugio ni tranquilidad”.
El enfrentamiento, que ha dejado partes de las ciudades de Osh y Jalal-Abad en ruinas y está llegando a los pueblos de Nariman y Kashkar Kyshtak, ha dejado aproximadamente a 400.000 personas sin hogar.
La mayoría de los desplazados están buscando refugio en mezquitas, en casas de vecinos o familiares, o bien, permanecen atrincherados en sus casas.
Cifras de Save the Children estimaban a finales de la semana pasada que unas 100,000 personas - principalmente niños, niñas, mujeres y ancianos- han buscado refugio en el vecino Uzbekistán, y más familias cruzan cada día la frontera.
Sin posibilidades para informar, la crisis ya ha llegado también a los medios
En respuesta a los disturbios, las autoridades en la ciudad sureña de Osh ordenaron a las estaciones de televisión locales interrumpir transmisiones, según informaron el Committee to Protect Journalists (Comité por la Protección de los Periodistas, CPJ) y Reporteros sin Fronteras (RSF).
La Asociación Pública “Periodistas” (PAJ) con sede en Bishkek, está trabajando actualmente para proporcionar asistencia humanitaria a los periodistas en la parte sur del país.
Mientras tanto, los medios de comunicación locales están atrapados en las secuelas de la revolución. Ahora los residentes de Osh sólo tienen acceso al canal de televisión estatal KTR y varios canales de televisión rusos.
Se interrumpieron las transmisiones de Mezon TV y Osh TV, dice el sitio de noticias independiente "Ferghana". Los edificios de Osh TV y JTR TV en Osh y Jalal-Abad fueron incendiados, informa Apoyo a Medios Internacionales (IMS).
La PAJ y el IMS están trabajando para enviar alimentos y suministros médicos a unos 100 periodistas y sus familias en las regiones de Osh y Jalal-Abad. La cobertura de los medios a los eventos en la parte sur del país es limitada pues los periodistas temen ataques mientras informan en las calles.
El origen de una violencia que va en aumento
El Gobierno del presidente Kurmanbek Bakiyev fue derrocado por protestas masivas el 7 de abril. En el período subsiguiente, han aumentado las tensiones entre la población de etnia uzbeka, que en su mayoría apoyan al Gobierno provisional, y la población de etnia kirguís, que en su mayor parte apoyan a Bakiyev en el sur.
En general se considera que la violencia reciente fue coordinada por razones políticas de modo que Bakiyev pueda volver al poder, dicen los cada vez más escasos informes noticiosos.
Bakiyev está actualmente en el exilio en Bielorrusia.
La violencia hizo erupción por primera vez entre la juventud uzbeka y la kirguís en Osh el 10 de junio y llevó a importantes disturbios.
Grupos armados se desplazaron en automóvil por los vecindarios de Osh y Jalal-Abad, incendiando casas y tiendas y disparando contra personas que intentaban escapar, informaron Human Rights Watch y el CPJ.
En respuesta, el Gobierno declaró un toque de queda y envió a la región fuerzas de seguridad, a las que les otorgó facultades para tirar a matar.
Los reportes dicen que decenas de miles de uzbekos étnicos huyeron de las dos ciudades y cruzaron la frontera hacia Uzbekistán para escapar de la violencia.
Un ex satélite de la desaparecida Unión Soviética, y vecino de China
Kirguistán, también conocido como Kirguizistán, Kirguizia, y oficialmente como República Kirguiza, es un país montañoso de Asia central, sin salida al mar, que tiene frontera con la República Popular China, Kazajistán, Tayikistán y Uzbekistán. Su capital es Biskek.
Tras la independencia del bloque soviético la República de Kirguistán ha tenido dificultades económicas
Inicialmente, estos problemas fueron resultado de la quiebra de los intercambios económicos con la ex Unión Soviética, que resultó en una pérdida de mercados, e impidió la transición a una economía de libre mercado.
Actualmente, el país cuenta con una población de algo más de 5.35 millones de habitantes distribuidos en 198,500 km². Desigualmente repartida, esta población se concentra en la capital, Biskek y las zonas bañadas por el río Naryn y sus afluentes.
Desde el punto de vista étnico, el 55% son kirguises, el 21% uzbekos y el 11% rusos con alguna minoría de tayikos y chinos al sur y este.