El tránsito de niños y niñas por todo el mundo ha pasado a ser un fenómeno enormemente importante y, sin embargo, sumamente invisible.
Millones de niños y niñas se trasladan de un lugar a otro, tanto dentro de su país como hacia otros países, con o sin sus padres. Forman parte del movimiento global de población que está teniendo lugar actualmente en muchas partes del mundo. Esta tendencia se ha establecido para continuar durante las próximas décadas, empujada por la presión económica, los conflictos violentos, los estados fallidos, desastres naturales y las presiones medioambientales y de recursos, con el cambio climático a la cabeza.
Y sin embargo, a pesar del elevado número de niños y niñas afectados por esta tendencia, las necesidades e intereses de estos niños “en tránsito” apenas son contemplados en los principales debates tanto de protección como de migraciones.
La mayoría de los gobiernos e instituciones han fracasado a la hora de desarrollar políticas efectivas para ayudar a los niños y niñas más vulnerables. Porque, a todas luces, los niños y niñas migrantes, especialmente aquellos que se mueven sin sus padres, son mucho más vulnerables frente a la explotación laboral y sexual, el abuso y la violencia.
Como resultado de su vulnerabilidad, la discriminación que experimentan y su estatus de “recién llegados”, se enfrentan además a numerosas barreras a la hora de acceder a servicios básicos, principalmente, la educación y la atención sanitaria.
La especial vulnerabilidad de los menores no acompañados
Un niño puede decidir huir de su país por diferentes motivos. Sin embargo, en la mayoría de los casos, las razones que les llevan a dejar sus países, sus familias y su entorno, están motivadas por una situación de necesidad o de falta de protección.
En 2009, un total de 10,960 menores no acompañados solicitaron asilo en los 22 Estados miembros de la Unión Europea (todos excepto Rumanía, Polonia, República Checa, Dinamarca y Francia). Ello supone un incremento del 13% respecto del año anterior aunque hay que tener en cuenta que esta cifra sólo incluye a los solicitantes de asilo, dejando fuera los miles y miles de niños y niñas que se encuentran en situación totalmente irregular.
Los procesos de tramitación de residencia de estos menores o su repatriación (práctica más habitual entre los países europeos) suelen extenderse ampliamente, exponiendo a estos niños a una extraña situación de “retención”.
A principios de este mes, la Comisión Europea presentaba su plan de acción sobre los menores inmigrantes no acompañados, exigiendo una agilización en la toma de decisiones con respecto a su situación y, en concreto, se refería a que los menores no deberían estar retenidos durante un plazo superior a los seis meses.