Una veintena de jóvenes desmovilizados, que han decidido entregar las armas para ser dueños de su propia empresa, presentaron en la ciudad colombiana de Armenia el nuevo producto que sacarán al mercado: ‘Vivo Café’
Los propietarios de Vivo Café participan de manera activa en todo el proceso de elaboración, desde la adquisición de los granos, pasando por el tueste y el envasado, hasta la comercialización del producto.
Gracias al apoyo técnico y financiero de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la organización Comfenalco Quindío y la Asociación Tejido Humano, así como de la agencia estadounidense para el desarrollo USAID, este grupo ha creado su propia marca cafetalera con sello de aprobación social.
«Estos 20 jóvenes han pasado de llevar una vida violenta a convertirse en hombres y mujeres de negocios. Han lanzado un auténtico negocio, que comienza con la adquisición del grano y finaliza en el momento en que alguien disfruta de una deliciosa taza de café. Todos están muy agradecidos por el apoyo que hasta ahora han recibido y que les ha permitido que esta aventura sea todo un éxito», afirma José Ángel Oropeza, director de la misión de la OIM en Colombia.
En esta nueva actividad comercial participan 20 hombres y mujeres, con edades comprendidas entre los 18 y los 22 años, quienes, tras haber sido desmovilizados de grupos armados ilegales, se benefician del apoyo del Centro de Referencia y Oportunidades Juveniles (CROJ) en la zona cafetera de Colombia.
La gran mayoría son madres y cabezas de familia sin empleo y con necesidad de ingresos para sacar adelante a sus familias.
Durante los últimos cuatro años, los centros de apoyo en el eje cafetero colombiano han desarrollado 92 emprendimientos en apoyo a los jóvenes desmovilizados de grupos armados ilegales.
El proyecto se inscribe en el Programa especializado de apoyo a menores y jóvenes desmovilizados de grupos armados ilegales. Desde 2001, el programa ha ayudado a más de 4,000 menores desvinculados de grupos armados ilegales.
Una opción distinta a la violencia
A pesar de no disponer de cifras concretas acerca de los menores conectados con grupos armados ilegales, la mayoría de ellos son reclutados a la fuerza debido a factores como la pobreza, la violencia y los abusos en el hogar, abandono escolar y falta de oportunidades escolares y laborales.
En muchas ocasiones, se recurre a falsas promesas y a la intimidación física y psicológica para reclutarlos. Casi siempre, estos niños y jóvenes son víctimas del secuestro por los grupos armados.
Una vez dentro, los menores combaten como cualquier otro adulto y realizan toda índole de actividades: logística, capacitación, mensajería, cocina, enfermería, información y servicios de inteligencia.
A consecuencia de ello, corren riesgos físicos y psicológicos pudiendo, incluso, perder la vida. Las únicas maneras de que un menor abandone un grupo armado ilegal son que decida huir o que sea rescatado por los miembros de las fuerzas de seguridad.