La Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi ha acusado a las empresas Siemens y Nokia de proporcionar a Irán programas informáticos que ayudan a “reprimir y censurar” a la oposición, según informó el diario francés Libération, que recoge unas declaraciones efectuadas por la abogada iraní en la emisora de radio France Culture:
“Desgraciadamente, hay algunas empresas que apoyan al gobierno iraní en la represión y la censura; eso es, claramente, lo que han hecho Siemens y Nokia al poner en manos del gobierno iraní programas que permiten escuchar las conversaciones por teléfono móvil y los intercambios de SMS (…) Cuando se trata de firmar acuerdos comerciales, se olvidan los derechos humanos”.
Shirin Ebadi ha extendido sus acusaciones a los gobiernos de los países occidentales que mantienen acuerdos comerciales con el de Teherán, cuyas declaraciones no coinciden con su política en materia de sanciones: “La canciller Angela Merkel se ha mostrado recientemente muy virulenta atacando al régimen iraní y, sin embargo, Alemania aumentó considerablemente el número de contratos firmados con el Estado iraní en 2009. Es un doble juego que (desde la oposición) no conseguimos entender”.
A principios de marzo, -cita Libération-, Nokia Siemens Networks (NSN), filial de la alemana Siemens y la finlandesa Nokia, se defendió de unas acusaciones similares, aparecidas en la prensa, asegurando que el sistema vendido en 2008 a Irán es incapaz de vigilar el uso de Internet en los teléfonos móviles. NSN ha reaccionado de nuevo, ante las acusaciones de Shirin Ebadi:
“Esta compañía no aprueba en modo alguno el uso sesgado que pueda hacerse de los equipos de telecomunicaciones. Nosotros pensamos que las tecnologías de la comunicación y de los teléfonos móviles juegan un significativo papel en el desarrollo de las sociedades y en el progreso de la democracia”.
La abogada y activista Shirin Ebadi, de 62 años, es una figura del Islam reformista y aboga por una nueva interpretación de la ley islámica que esté en armonía con derechos humanos tales como la democracia, la igualdad por encima de la ley, la libertad religiosa y la de expresión.
Entre 1975 y 1979 presidió el Tribunal de Teherán, después de ser una de las primeras mujeres jueces de Irán. Tras la revolución del ayatolá Jomeini (1979) le obligaron a dimitir del cargo. Continuó trabajando como abogada, se vio involucrada en varios casos políticos –defendiendo a periodistas, estudiantes y militantes demócratas- y estuvo varias veces encarcelada.
En 2003 recibió el Nobel de la Paz. El Comité del Premio consideró que "como abogada, juez, conferenciante, escritora y activista, ha hablado claro y fuerte en su país, Irán, y fuera de sus fronteras. Ha sido siempre una profesional prestigiosa y una persona valiente que nunca ha temido las amenazas a su propia seguridad".
En la exposición de motivos para la concesión del premio, el Comité la definió como "una musulmana consecuente. No ve conflicto alguno entre el Islam y los derechos humanos fundamentales, y está segura de que el diálogo entre las diferentes culturas y religiones del mundo será el punto de partida para compartir e intercambiar las cosas buenas que tiene cada una".
Posteriormente creó el Centro de los Derechos Humanos en Teherán. Un lugar donde encontraron asilo y asesoramiento legal muchos disidentes del teocrático régimen iraní. Una vez que le cerraron el Centro y detuvieron a gran parte de sus colaboradores optó por un exilio que alterna entre Washington y Londres.
En 2009 publicó “La jaula de oro”, una ficción con mucho de autobiografía de las tres últimas décadas de la historia de Irán donde, dijo, nunca se publicará:
"Habría que pedir permiso al Gobierno, y el Gobierno nunca da permiso”. Ya entonces pidió a los gobiernos occidentales que se preocupen menos por la energía nuclear iraní, y más por el respeto a los derechos humanos.
Hace solo unos días, Shirin Ebadi y algunos activistas pro derechos humanos, entre los que había miembros de Amnistía Internacional, denunciaron los ocho meses transcurridos desde las contestadas elecciones presidenciales del 12 de junio como la peor etapa en Irán, y pidieron que la comunidad internacional ayude a conseguir la democracia para el país.
"La violación de los derechos humanos en Irán empeora de año en año", dijo Ebadi ante los periodistas, en un acto en la ONU, y advirtió que la disidencia iraní no aguantará mucho más tiempo sólo con manifestaciones pacíficas.
"El pueblo iraní quiere la democracia y el respeto de los derechos humanos. El pueblo iraní no quiere recurrir a la violencia, pero ¿cuánto tiempo podemos pedir a los jóvenes que sigan manteniendo la calma?"