El 27 de febrero, un terremoto de 8.8 grados en la escala de Ritcher sorprendía a Chile y al mundo. Poco tiempo después del fuerte sismo que sacudió al país austral, se emitía la alerta por tsunami para las áreas costeras de Chile, Ecuador y Perú, extendido a Colombia, Panamá y Costa Rica.
El tsunami causó daños en la costa de Chile, además de en Japón y Rusia. La agencia británica de noticias Reuters informó que sólo en la ciudad de Constitución, 350 personas perdieron la vida a causa de ese maremoto.
La confusión entre la población y aún entre las autoridades chilenas –en plena transición- no han terminado del todo, entre otras cosas porque las réplicas del sismo han dado poca tregua. Podría haber diferencias entre el número de víctimas que maneja el Ejército y la Oficina Nacional de Emergencia (Onemi).
Según la organización Save the Children, en algunos municipios al número de fallecidos se podría haber sumado el número de desaparecidos.
El subsecretario del Interior, Patricio Rosende, dio a conocer la lista oficial de víctimas mortales identificadas, que ascienden a 279, pero no aclaró si el recuento total de 802 fallecidos está equivocado.
En los próximos días las autoridades chilenas harán un análisis exhaustivo para conocer el número exacto de fallecidos.
Además de las víctimas mortales, se estima que más de medio millón de casas resultaron destruidas y una cifra también muy elevada de edificios sufrió daños que los hacen prácticamente inhabitables.
La ayuda internacional y las prioridades para la población
En un principio los servicios de agua se suspendieron completamente por falta de energía eléctrica. Aunque ya se han restablecido para el 30% de la población, la mayoría (70%) recibe agua gratuita de los camiones distribuidores.
La dotación diaria por persona alcanza actualmente unos 5 litros/persona/día por cañería y apenas 1 o 2 litros para los que reciben agua de los camiones. Poca cantidad si se compara con los 50 litros por persona a la que tenía acceso la población antes del terremoto.
Las cifras oficiales revelan que la atención en salud es fundamental en estos momentos, solo en la región de Maule hay siete hospitales destruidos o inhabilitados para prestar atención médica.
A solicitud del gobierno chileno, la Cruz Roja Internacional, ha evaluado los daños en Maule y Concepción –las principales localidades afectadas, aunque no las únicas- y esta institución determinó que en este momento las necesidades claves son el apoyo psicosocial, los cuidados preventivos de salud, la dotación de agua y el saneamiento de las redes de telecomunicaciones y servicios eléctricos.
Desde la semana pasada, la Federación Internacional de la Cruz Roja lanzó un llamamiento preliminar de emergencia por 7,000,000 de francos suizos para apoyar los esfuerzos de Cruz Roja Chilena en la atención a los afectados.
Otras organizaciones internacionales de ayuda humanitaria se han sumado al rescate y los cuidados de la población, así como para el apoyo de las instituciones chilenas tanto gubernamentales como de la sociedad civil.