Pese al estancamiento de las negociaciones de paz en Medio Oriente, el presidente estadounidense quiso reunir ayer en un encuentro trilateral al primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, y al presidente palestino, Mahmud Abás, para instarles a reanudar el diálogo cuanto antes.
Obama acerca a los dos responsables que, a duras penas, consiguen esbozar un apretón de manos en la foto que se les realizó a los mandatarios.
El resultado más inmediato es que el enviado especial de Estados Unidos para Oriente Próximo, George Mitchell, volverá a la zona para iniciar una nueva ronda negociadora, esperando que la presión de la Casa Blanca consiga desbloquear el proceso.
No basta con hablar
"Ya no basta sólo con hablar de empezar las negociaciones, es el momento de avanzar", enfatizó Obama al inicio del encuentro, "es hora de mostrar flexibilidad y sentido común".
El presidente estadounidense no se refería sólo a los últimos obstáculos. "Las negociaciones sobre el estatus permanente deben empezar y empezar pronto", insistió, refiriéndose a todas las cuestiones que no han llegado a resolverse en 16 años de proceso: la delimitación de las fronteras, el destino de Jerusalén y el regreso de los refugiados.
Reconoció méritos y fallos por ambas partes: los palestinos "han reforzado sus esfuerzos de seguridad pero necesitan hacer más para frenar las provocaciones"; los israelíes "han dado más libertad de movimiento a los palestinos y hablado de limitar la actividad de los asentamientos. Pero necesitan traducir estas palabras en acciones", dijo Obama, quien no habló de "congelar" las colonias, sino de "frenarlas".
Siguiendo un formato que la Casa Blanca usa para los temas delicados, el presidente estadounidense y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, se vieron primero por separado con Netanyahu y luego con Abás, antes de reunirlos en uno de los salones del hotel Waldorf Astoria de Nueva York, al margen de la cumbre sobre cambio climático que transcurría en la ONU.
Esperanzas estadounidenses
La semana pasada, la Casa Blanca todavía contaba con la posibilidad de anunciar la reanudación de las conversaciones de paz. Pero el fracaso del esfuerzo mediador de Mitchell, que se pasó cuatro días yendo y viniendo entre Ramala y Tel Aviv sin conseguir poner de acuerdo a las dos partes, echó por tierra las esperanzas de Washington.
Aún así, Obama, que ha desplegado sus esfuerzos voluntaristas en todas sus tareas de gobierno -desde la reforma sanitaria al rescate financiero- decidió reunir a los dos hombres que no se habían visto las caras desde la llegada de Netanyahu al poder.
El presidente estadounidense también quería mandar un mensaje: no por estar centrado en las guerras de Irak y Afganistán, y preocupado por las ambiciones nucleares de Irán, iba a desatender un dossier en el que su predecesor prácticamente no intervino, salvo en la fallida cumbre de Annapolis en noviembre de 2007, en la que por primera vez se plasmó en un papel la solución de dos estados viables.
Antes del encuentro, Washington ya había admitido que no obtendría resultados concretos. "No tenemos grandes expectativas de la reunión, excepto que continúe", anticipó el lunes el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs. "Pero debemos trabajar duro en la diplomacia del día a día, para alcanzar una paz duradera", agregó
Los israelíes acudieron pensando "que las condiciones no estaban maduras para relanzar las negociaciones", en palabras de uno de sus portavoces. Los palestinos vinieron porque no querían "decepcionar" a Estados Unidos, pero dejaron claro que no se trataba de “negociaciones propiamente dichas”, a las que se niegan hasta que Israel se comprometa a congelar la construcción de asentamientos en los territorios ocupados.